Argentina no bajará los brazos en las conquistas de Derechos Humanos

Argentina no bajará los brazos en las conquistas de Derechos Humanos

“Si no los detenemos ahora, no los vamos a poder parar”. (Sonia Torres)

 

Ana Mariani y Patricia Bacchetti |

Un 10 de mayo de 2017 las calles de Córdoba se convirtieron en un río que serpenteaba por infinidad de cuadras. Se hacía imposible pretender contar a las miles de personas que concurrieron a hacer valer sus derechos democráticos. Era el pueblo en la calle que expresaba su “No a la impunidad” y su grito se escuchaba en todas las ciudades del país: “Que la Corte no libere lo que el pueblo ha condenado”. Nadie es ajeno al recuerdo de las multitudinarias manifestaciones en todo el país en contra de la aplicación del 2×1 a los represores por un  fallo de la Corte Suprema. Tan grande fue la presión popular que se logró que el máximo tribunal derogara la ley.

La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo Córdoba, la querida y recientemente fallecida Sonia Torres, ese mayo de 2017, fue la voz de lo que sentía la ciudadanía: “Si no los detenemos ahora, no los vamos a poder parar”.  Sus palabras, hoy más que nunca, cobran una actualidad muy potente ante lo que podría convertirse nuestro país con dos negacionistas en el gobierno. Y si eso sucediera, el sentir de Sonia tiene que convertirse en el emblema que guie la lucha ante cualquier posible atropello a los derechos conquistados en los 40 años de democracia.

“Dinamitar” la Memoria

A pocos días de las elecciones generales, la realidad nos demuestra que no todo es como quisiéramos. Nos encontramos ante un par de negacionistas que ansían cambiar la historia, dar vuelta la página y demoler derechos; misión lamentable en un país que tiene como insignia la política de respeto por la diversidad en todos los sentidos.

Un Javier Milei despeinado y con ojos saltones, en el primer debate presidencial pretendió negar el número de 30.000 desaparecidos y afirmó: “Son 8.753”. “Estamos absolutamente en contra de una visión tuerta de la historia, para nosotros durante los ‘70 hubo una guerra”, fueron algunas de las declaraciones del libertario. Para cerrar sus minutos correspondientes con: “Ustedes sigan discutiendo la historia, nosotros venimos para gobernar, para hacer una Argentina distinta, que es imposible con los mismos de siempre”. Y es con esos conceptos que procura “dinamitar”, entre muchas otras cosas, la Memoria. “El número exacto es y siempre será indeterminado, está en construcción y crece permanentemente. El número 30.000 es el símbolo de la lucha del país por los derechos humanos en busca de la no repetición de lo sucedido y de la continua búsqueda de Memoria, Verdad y Justicia”, publicó la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación tras las declaraciones del candidato.

El negacionismo del libertario de ultraderecha intenta justificar que lo que sucedió en la década del ´70 se trató de una “guerra”, de “algunos excesos” y no de terrorismo de Estado. La dictadura no cometió “algunos excesos”, cometió crímenes atroces, torturas, violaciones, robos de bebés, apropiación de inmuebles de sus víctimas… Es difícil pensar que después de tanta represión y muerte pueda ganar el 19 de noviembre un candidato que recita al genocida Eduardo Emilio Massera como si fuese su oración cotidiana.

Milei parece desconocer que la política de enjuiciamiento a los crímenes de la dictadura de Argentina –iniciada en 1985 y reanudada en 2006– es un modelo en el mundo e involucra a los tres poderes del Estado. Desde la declaración de nulidad de las leyes de impunidad, se llevaron adelante más de 320 procesos en los que casi 1.200 represores fueron condenados y unas 170 personas absueltas. Las sentencias ya fueron revisadas por las instancias superiores, la Cámara Federal de Casación Penal y la Corte.

Y al supuesto desconocimiento de Milei, la candidata a vicepresidenta de La Libertad Avanza (LLA), Victoria Villarruel, sugiere –aunque nunca precisa cómo– la posibilidad de revisiones en las condenas. Despliega definiciones que van del cinismo al agravio. Llamó “personaje siniestro” a Estela de Carlotto, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. Habló del “curro de los Derechos Humanos” (remembranza de Mauricio Macri) y tildó de “parcial y tergiversada” a la enseñanza sobre el oscuro período de la dictadura cívico-militar que se imparte en escuelas y universidades porque, según sus palabras, “silencia la violencia ejercida por organizaciones guerrilleras como el ERP y Montoneros”. Y como no podía ser de otra manera, acompaña a Milei al considerar “un mito” la cifra de 30.000 desaparecidos.

La compañera ideal para el retroceso

El candidato libertario se siente muy conforme con la intrusión de Villarruel en el centro del escenario político porque ella representa una amenaza de quiebre del consenso social sobre los delitos de lesa humanidad perpetrados por la dictadura, juzgados y condenados después de años de lucha. Con su narrativa negacionista ha conseguido agitar la batalla cultural de la ultraderecha y banalizar los crímenes del terrorismo de Estado de la década del ´70 para intentar redimir a sus responsables.

Sin dudas, eligió muy bien a su compañera de fórmula. Villarruel va en sintonía con espacios como VOX, el ascendente partido de ultraderecha español, con referentes como el político hispano-argentino, Javier Ortega Smith, secretario general de este partido, un nostálgico del franquismo que proclama su “libertad para juzgar la historia como crea conveniente”. Precisamente fue en 2022 en la Cumbre de la Iberosfera, en Madrid, cuando Villarruel se permitió una de sus más incendiarias exposiciones. “Todo lo que han escuchado en los últimos 40 años de la República Argentina en la referido a su pasado, es falso”, comenzó explicando a su auditorio, calificando al terrorismo de Estado de los ´70 como “un conflicto armado no internacional, una guerra de baja intensidad”.

Nacida en 1975, hija, nieta y sobrina de integrantes de las Fuerzas Armadas, Villarruel se educó en un selecto círculo militar. Su padre, teniente 1º del Estado Mayor, Eduardo Villarruel, formó parte del Operativo Independencia contra el ERP y combatió en la Guerra de Malvinas. Murió durante la pandemia, sin causas penales. Su tío, Ernesto Guillermo Villarruel, fue detenido en 2015 por orden del juez Daniel Rafecas por crímenes cometidos en el centro clandestino El Vesubio. Tampoco fue juzgado, ya que se lo declaró incapaz para afrontar el proceso.

Villarruel no es una principiante. Esta abogada es una activista desde hace casi 20 años. Escribió dos libros, recorrió colegios y foros de derecho internacional, dio conferencias y entrevistas televisivas, produjo contenidos en sus redes sociales. Formó el Centro de Estudios Legales sobre Terrorismo y sus víctimas (Celtyv), una versión de derecha del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). Cuantificó fallecidos por atentados de la guerrilla, hizo una lista, determinó una cifra de muertos, elaboró biografías.

El punto de partida de su activismo público se ubica en 2006, cuando la política de derechos humanos del primer kirchnerismo tuvo su ciclo de mayor brillo. Fue parte del repudio del sector ultraconservador a la reapertura de las causas contra los genocidas y las revelaciones sobre los vuelos de la muerte. También calificó como “Museo de la desmemoria” al espacio conmemorativo que funciona en el ex centro clandestino de detención de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).

En una entrevista con el diario La Nación fue consultada por la información de sus visitas a genocidas en la cárcel. Admitió que visitó a Jorge Rafael Videla cuando estaba detenido, así como a otros represores como Miguel Etchecolaz, pero aseguró que lo hizo porque buscaba “documentar todas las voces” para su primer libro sobre la década del ´70 que se tituló ‘Los llaman… jóvenes idealistas’.

En caso de que llegue a la vicepresidencia de la Nación, sus posibles decisiones son tan inciertas como temerarias. Su discurso es oscilante, esquivo y se adapta a su audiencia. Javier Milei asegura que tendría a su cargo las áreas de Justicia, Seguridad y Defensa en un virtual gobierno libertario. Villarruel amenaza con auditorías a las indemnizaciones que pagó el Estado a víctimas de la dictadura –así como casos que se encuentran bajo análisis– efectuadas en virtud de seis leyes nacionales entre 1991 y 2013.

Sus provocaciones están al límite de lo admisible en una sociedad democrática, equiparando a las víctimas con sus verdugos. Por esto, en Argentina se presenta la necesidad de analizar la posibilidad de legislar contra los discursos negacionistas que alimentan la amnesia social y la desinformación. Esto se vuelve todavía más acuciante teniendo en cuenta la masividad y velocidad de la propagación de los mensajes en redes sociales y canales virtuales entre los jóvenes.

Del mismo modo, se requiere una ética responsable de los medios de prensa y comunicadores para contrastar estos mensajes con la verdad histórica y disminuir los graves daños que genera en la sociedad. El negacionismo no es una opinión alternativa o digna de tolerancia. Representa de modo inequívoco una apología de los más brutales crímenes llevados adelante por la represión. En definitiva, no busca más que debilitar la columna vertebral del pacto democrático con el que se consolidó la paz social argentina en 1983.

Un momento crucial para el país

En este 2023 en el que se conmemoran los 40 años de la recuperación de la democracia después de varios gobiernos dictatoriales que violaron sistemáticamente los derechos humanos, nos encontramos en una encrucijada que desde entonces no habíamos vivido nunca a pocos días de una elección.

Estamos ante el peligro de que puedan llegar al poder dos negacionistas con quienes corremos el riesgo de perder la convivencia democrática. En las últimas semanas se firmaron innumerables comunicados de repudio ante la posibilidad de que Milei llegue a la presidencia; economistas, periodistas –a quienes el libertario amenaza con escraches con la justificación de que mienten mucho–, personas del espectáculo, organismos de derechos humanos,  intelectuales, abogados, científicos… de distintos espacios políticos pero unidos como nunca ante la posibilidad de que el país desemboque en una catástrofe.

En estos 40 años, con todos los errores que se pueden haber cometido y con todas las deudas que aún hay que resolver, fundamentalmente con los más desposeídos, siempre se eligió la paz y el repudio a los discursos de odio. Nos encontramos ante un momento clave para nuestro futuro: elegir la racionalidad para construir un país en el que se sigan respetando la diversidad y los derechos conquistados o el autoritarismo disfrazado de libertad.

Nada más oportuno para estos tiempos que el pensamiento del Noam Chomsky: “Se llaman ‘libertarios’, lo que es una broma de mal gusto. Son totalitarios. Te están diciendo que si eres lo suficientemente rico para sobrevivir, genial; si no lo eres, mala suerte”.

2 comentarios en «Argentina no bajará los brazos en las conquistas de Derechos Humanos»

  1. Me parece excelente el Análisis, con muchos detalles y profundidad. Pero creo y más por los Tiempos que vivimos, debería ser un poco más resumido, no dejando de lado los elementos centrales.
    Felicitaciones, por. está Publicación tan esclarecedora

  2. No me parece que esté extenso el artículo, muy bien elaborado y documentado. Es obvio que todo lo dicho en estos 40 años, no fue ni tan extenso, bien explicado, ni tan enseñado. Los jóvenes, no lo aprendieron. La violencia se coló entre sus costumbres, educación y vida social, pues viven deseando y buscando hacer daño al otro, x eso votan al esperpento de Milei . Ya dictar ley contra el negacionismo! Debería haber cumplido 40 años como la democracia.

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