El neo-totalitarismo que nos toca

El neo-totalitarismo que nos toca

Carlos La Serna |

El totalitarismo, categoría que aplicara Hannah Arendt al análisis político de los nacional socialismos y del stalinismo, se basa en una caracterización que tuvo como centro el “mal radical” que configuraran el holocausto y los pogroms. Como tal constituye una formulación que no puede ser desechada en su utilidad para la comprensión de regímenes políticos que al presente se apartan perversamente de la democracia, dentro de la democracia.

La máxima relevancia del totalitarismo en la historia moderna nos impide suponer que los juicios, solidaridades y procesos democráticos que le sucedieran puedan ser considerados reparaciones definitivas. Más bien cabe considerar que ciertos rasgos de la cultura totalitaria amenazan hoy con reproducirse como derivas del sistema político capitalista cuyos perfiles democráticos son menoscabados por el avance concomitante y radicalizado del neoliberalismo y de las formaciones de derecha.

Importa señalar que tal régimen no sustituye el sistema de partidos por la dictadura de un solo partido, sino por un movimiento de masas, al que Arendt define no por la brutalidad y el atraso, sino por “… su aislamiento y su falta de relaciones sociales normales”, lo cual deviene en una intervención en la vida pública acrítica y reproductiva de las políticas dominantes. Ello se configura a partir de un ejercicio diríase metódico de lo que la autora denomina mentira organizada, algo que tiene que ver con apelaciones a la supuesta naturaleza de las cosas (atribución de una génesis perversa al judaísmo), a la lectura de la historia a contrario sensu de la realidad aceptada sobre los hechos y procesos sociales (la verdad de hecho o facto), al constante ocultamiento y/o tergiversación de los propósitos de las políticas de gobierno.

La mentira organizada, la perversidad, el supremacismo

Como se ha sugerido en artículos anteriores, una situación equivalente, entendida como ausencia de lazos duraderos al interior de segmentos amplios de la sociedad, es aquella que Argentina vive en estos años fruto del avance de la comunicación en red al interior del mundo político y del ensanchamiento de la frustración ciudadana fruto de políticas gubernamentales (2015-2019 y 2020-2023) de signo distinto pero de sentidos lamentablemente convergentes en el campo de las condiciones de vida. Tales desplazamientos en las creencias y prácticas políticas contribuyen al fortalecimiento de las tendencias de extrema derecha que en Argentina corporiza el régimen libertario, régimen de contra-poder, nueva política del político off sider, de aquel que viene a liderar la destrucción de esas “castas” que en su lectura han vivido del negocio del Estado impidiendo esa obcecada fábula de la libre competencia.

Como modalidad de la acción política, esto es como acción dirigida a la transformación social, en este caso regresiva, el programa libertario se constituye mediante un ejercicio de la mentira organizada cuyo objetivo es trastocar la percepción sobre la historia y la realidad, desconocer las consecuencias de su acción, suprimir toda referencia, sumir en la incertidumbre a la sociedad, desestabilizar la vida social.

La mentira organizada configura un verdadero dispositivo de poder que junto al discurso apela a una trama espesa y difusa de espacios públicos y privados, estos es de operadores y operaciones que se extiende sobre los poderes estatales y sociales y que responde a una férrea autoridad vertical que se cierra sobre sí misma, esto es que rechaza violentamente toda disidencia.

Embarcados en tal recorrido el titular del Ejecutivo y la presidenta del Partido Libertario buscan hacer de la política, la sociedad, el estado despojos vacíos de algún significado vinculado a la construcción democrática de la sociedad. Claro, no están solos, están asociados con aquellos que se suman a esa primera falsedad que es la de sus objetivos, los cuales lejos de procurar una “economía autogestionada por el capital en beneficio de los ciudadanos libres”, se orienta a generar las condiciones de todo tipo bajo las cuales la sujeción al capital financiero y productivo internacional resulte sólo cuestión de trámite.

Un campo de la vida golpeado intencionalmente por esta política se constituye por el abandono total de la responsabilidad estatal por las condiciones de vida de la población que vive de sus ingresos. Referimos no sólo al deterioro inusitado de los ingresos y de la capacidad adquisitiva, sino también al abandono de las políticas estatales que garantizan infraestructuras y servicios que cubren necesidades básicas de millones de ciudadanos. El crecimiento de la pobreza y la indigencia cuyos indicadores ascendieron bruscamente a partir de diciembre de 2023, el abandono de la política alimentaria, las dificultades para acceder a servicios (de salud, educación, transporte, acceso a la cultura) cuya calidad de “públicos” ha sido gravemente afectada por encarecimiento, degradación de sus condiciones de prestación o simple eliminación.

La política estatal en este campo es plana, indiscriminada, no contempla situación o condición alguna de los destinatarios afectados. El veto presidencial a la ley de haberes jubilatorios que afecta a siete millones de retirados, el incremento inusitado del precio de los boletos de transporte que muestra a usuarios reprimidos al saltar controles ó caminar por las vías para evitar el pago del boleto, la liberación de precios de bienes de consumo, la provisión tramposa de alimentos a los comedores comunitarios se suman, entre otras ofensas a los derechos sociales, al deterioro en la capacidad adquisitiva generado al inicio de su gobierno por la mega devaluación aplicada. Se configura así una drástica transferencia de ingresos estructurada por una política de déficit cero que quita recursos a las políticas sociales a la vez que incrementa impuestos al trabajo mientras disminuye las tasas del impuesto a bienes personales, esto es a los altos ingresos.

Otro campo de la vida sistemáticamente agredido por las políticas libertarias es aquel de los derechos políticos. La libertad de expresión viene siendo menoscabada desde aquella iniciática política del “protocolo de seguridad”, incrustado bajo una represión cada vez más violenta a las protestas cuyo único fin es la legítima petición por derechos suprimidos o deteriorados. También el derecho a la publicidad de los actos de gobierno es restringido seriamente por unas reglas que hacen del secretode estado una práctica que vuelve evidente el cierre del gobierno frente al conocimiento y opinión públicos. La ofensiva contra el parlamento, espacio institucional si los hay de la política democrática, es otra de las acciones que limitan la democracia política. Agresiones de todo tipo rigen la política del Ejecutivo al respecto. El sometimiento flagrante de los bloques oficialistas y seudo opositores a las decisiones del ejecutivo pareciera volverse normalidad. Pero la compra de votos en el Congreso, es quizás el más evidente atropello a una representación genuina de la diversidad política. Se mercantiliza así un espacio nodal a la democracia, un espacio que debería estar principalmente regido por valores y por el debate alejado al menos de presiones puramente instrumentales.

En el campo del sistema de partidos, el propósito declarado de eliminar al kirchnerismo, que como tal constituye una corriente política democrática cuya existencia debe ser garantizada por el Estado más allá de los principios que sostenga. En la continuidad de una política que iniciara y que comparte con el macrismo, el arbitrio libertario es reiterado y se ha renovado mediante un video posteado por la misma presidencia en el que se tacha a esta expresión del peronismo de constituir un virus de la política, ese que lo hace responsable de todos los males. Guardando toda distancia, el holocausto bajo el mismo argumento, la eliminación de las organizaciones armadas por la dictadura cívico militar, el atentado fallido contra la ex presidenta, son parte de una cierta genealogía que no puede dejar de advertirse frente a un tal propósito, violento y continuado de discriminación política. Por cierto cabe al respecto reparar en la segunda autoridad política nacional que reivindica sin pudor alguno la genocida prohibición de todo derecho por parte de la dictadura.

El programa de Milei materializando un todo se puede, una política de poder por el sólo poder que al hacer de su exterior un todo vacío somete a la sociedad a la que lleva a una situación de caos social, económico y político. El “mal radical” que Arendt atribuye al holocausto, se actualiza así en la mencionada falsedad del discurso del libre mercado y la competencia perfecta que trastoca en daño profundo a las condiciones de vida de amplias franjas sociales, daño que perfecciona su sentido con la perversidad, burlesca e insultante de las víctimas del accionar gubernamental.

Lo descripto no es comprensible sin embargo sin reparar en la posición supremacista en el campo de las relaciones sociales, algo que encuentra en el odio y en la infravaloración del otro, en particular de aquel que vive de su trabajo, el sentido pleno de una política gubernamental que busca someter al amplio espectro de enemigos que encuentra en su excéntrico recorrido, con sus consecuencias de desestabilización personal, familiar y colectiva de la vida social.

Son estos vectores del programa libertario, la mentira organizada, la perversidad, y el supremacismo los que nos conducen a entender que el neo-totalitarismo representa la forma política de la derecha radical que nos gobierna.

El camino no está sin embargo despejado. Los bloques opositores del Congreso, los jubilados, docentes-no docentes-estudiantes, la reunificada CTA, el sindicalismo combativo de la CGT, los jueces que otorgan amparos frente a los decretos de necesidad y urgencia, los movimientos sociales, los organizadores de los comedores comunitarios, las asociaciones de PyME´s, conforman entre muchos otros una resistencia popular democrática que sólo logra articularse frente a la violación de derechos de amplia raigambre.

Tal articulación fue sin embargo frustrada con la ley de actualización de haberes jubilatorios, cuyo veto fue la festejada victoria de los héroes de la corrupción del voto. Debemos interrogarnos pues por lo que sucederá con la Ley de financiamiento de las universidades, apoyada por las marchas universitarias del 2 de octubre ppdo. Su transversal masividad política, territorial, etaria y en buena medida socio económica cuestiona el neo-totalitarismo libertario. Una votación que acepte el veto ya emitido por el gobierno constituirá incrementará el riesgo para una sociedad que verá caer otro de sus valores y derechos conquistados. De ello concretarse se habrá abierto un espacio de posibilidades ampliadas para el avance del régimen en el poder.

Queda traer aquí la poesía de Miguel Cantilo para su canción La marcha de la bronca. Sus primeros párrafos decían hace décadas y dicen hoy:

Bronca cuando ríen satisfechos
Al haber comprado sus derechos
Bronca cuando se hacen moralistas
Y entran a correr a los artistas

Bronca cuando a plena luz del día
Sacan a pasear su hipocresía
Bronca de la brava, de la mía
Bronca que se puede recitar

Para los que toman lo que es nuestro
Con el guante de disimular
Para el que maneja los piolines
De la marioneta universal

Para el que ha marcado las barajas
Y recibe siempre la mejor
Con el as de espadas nos domina
Y con el de bastos entra a dar, y dar, y dar

No puedo ver
Tanta mentira organizada
Sin responder con voz ronca
Mi bronca
Mi bronca

…..


Fotografía: Satsaid

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