Chinos en América Precolombina

Chinos en América Precolombina

Se historizan dilatados estudios que permitirían entender que la colonización española fue precedida por el descubrimiento Chino de América bajo el impulso de la integración comercial. | Humberto Zambón

En Londres, en el año 2002, luego de una importante y original campaña publicitaria, el marino británico Gavin Menzies presentó su libro “1491. El año en que China descubrió el Nuevo Mundo”, que se convirtió en un verdadero “best seller”: traducido a 20 idiomas, logró vender unos 3 millones de ejemplares. La hipótesis que desarrolla el libro es que el almirante chino Zheng-He llegó y exploró América en 1421 y que dio vuelta al mundo un siglo antes que Elcano completara la expedición de Magallanes.

La prueba en que se apoya Menzies es un mapa de 1841 (que dice copiado de uno de 1424). Como pruebas complementarias ofrecía la existencia de piezas de porcelana china encontradas en California y en Perú y una escultura en Kenia; aporta, además, en apoyo a su hipótesis, el hecho que muchos pueblos a lo largo del mundo recuerdan una visita de «hombres amarillos» y que animales endémicos de Asia la habitan.

Existen razones objetivas detrás de la “hipótesis de 1421”, nombre con que se conoce a la exposición de Menzies. En la época de la dinastía Ming (1368-1644) se creó una gran flota naval (60 navíos grandes y 255 menores, con 28.000 hombres) que a partir del año 1405 exploraron los mares de Asia y África y llegaron hasta Egipto. Lo notable es que no buscaban hacer colonias sino, simplemente, mejorar el comercio. Hay que recordar que a fines de ese siglo comienzan los grandes viajes con los portugueses circunvalando África (1488) y llegando al lejano oriente y los españoles viajando a América (1492). Si nos ubicamos en los primeros años del siglo, todo parecía indicar que los chinos y no los europeos, por su flota y sus conocimientos náuticos y cartográficos, serían los que, circunvalando África, unirían por vía marítima Oriente con Europa y luego (viajando al oeste o al este) entrarían en contacto con América.

Sin embargo, en China hubo una corriente aislacionista frente a los extranjeros y de oposición a los grandes gastos que originaba la flota, de forma tal que, a la muerte del emperador (1443), su sucesor ordenó la destrucción de toda la flota.

Volviendo a la hipótesis de Menzies, los historiadores y el mundo académico son escépticos con la misma, por considerar que las pruebas aportadas son muy endebles. Pero existen pruebas concluyentes, que Menzies no conocía, que demuestran la presencia china en América anterior al viaje de Colón.

Los mapamundis de Henricus Martellus Germanus

El cartógrafo germano nacido en Nuremberg como Heinrich Hammer, al radicarse y trabajar en Florencia latinizó su nombre como Enricus Martellus Germanus (estuvo bajo la protección de la poderosa familia Martelli, de ahí su nuevo apellido) dejó cuatro mapamundis entre 1489 y 1491 que hoy están en Londres, Yale, Leiden y Florencia.

El investigador Pablo Gallez explicó que en los dos primeros aparecía una red hidrográfica que falta en los otros dos. Pero en el año 2015 el mapa de Yale, que estaba muy deteriorado, fue restaurado mediante técnica multiespectral y surgieron nuevos detalles, como el dibujo de los ríos.

Los mapamundis de Martellus se asemejan a los medievales del mundo ptolomeico, con dos novedades principales: al sur de África se unen los océanos Atlántico e Indico, tal como demostraron los marinos portugueses en su viaje a la India (1488), y la existencia de una península imaginaria en el extremo oriente de Asia, que correspondía a tierras desconocidas que aparecían en las cartas geográficas que trajeron de China Marco Polo y los viajeros posteriores.

Esta península se la conoce como la “Cola de Dragón” y en estos mapas es una prolongación de Indochina, que se alarga unos 3.500 km más que los 550 que tiene la península real. El nombre proviene de un tratado de Antonio Galvão de 1563 en el que compara a los continentes con la figura de un dragón.

En Bahía Blanca, a comienzos de 1973, el investigador Pablo Gallez (Véase Separata) hizo un importante descubrimiento. Estudiando una fotografía del mapa de Martellus de 1489 (cuyo original está en el Museo Británico de Londres) observó que la famosa península Cola de Dragón no solo tenía la forma aproximada de Sudamérica, sino que los ríos dibujados en ella correspondían a la red hidrográfica del continente: la “cola del dragón” es Sudamérica.

Ese mismo año (1973) publicó su descubrimiento en la revista alemana Erdbunde y en 1980 la Fundación Humboldt publicó en Europa su libro “América del Sur en los mapas medievales y renacentistas” (en francés, alemán e italiano), editado en castellano por el Instituto Patagónico de Bahía Blanca.

Tal como se indica en la ilustración, en el mapa se reconoce al Orinoco y los ríos Tocantis y San Francisco de Brasil, más al sur los ríos Paraguay y Paraná, con su particular recorrido hasta el Río de la Plata. Más al sur, los ríos Negro, Colorado y Chubut, para terminar con el río Grande, en la isla de Tierra del Fuego.

En el mapamundi aparece Tierra del Fuego unida al continente, como si solamente hubieran explorado las bocas occidental y oriental del estrecho de Magallanes. Cabe aclarar que, según los especialistas, no hace muchos siglos la isla no era tal sino que estaba unida al continente, posiblemente con un lago glacial en el medio (entre las actuales primera y segunda angostura), ya que la flora y la fauna son las mismas y sus habitantes originarios, los onas son étnicamente tehuelches, mientras que su idioma es un derivado producto del aislamiento. Lo probable es que los navegantes chinos no pudieron avanzar por el estrecho de Magallanes debido a razones climáticas (como ocurrió con la expedición de Simón de Alcazaba en 1535) y siguieran al sur hasta el Canal del Beagle. Como prueba adicional está el cuaderno de bitácora escrito por Zheng He diciendo que navegaron más de 100.000 lis (medición china equivalente a aproximadamente 48.000 km, la distancia de ida y vuelta de China a América del Sur).

Por otra parte, Ernesto Ocampo Mora, de la Universidad Nacional de Córdoba, expone que el mapa de Martellus de 1491, que fuera encargado por el Papa Inocencio VIII y que se encuentra en Yale, tiene dibujado plantas entre las que identifica al cacao, al maíz, al ananá, entre otras, inclusive un girasol con un ñandú, que son típicamente americanas y desconocidas en la Europa de entonces.

Me permito suponer que Martellus, con las cartas geográficas venidas de China, muy detalladas como para pensar que eran falsas y con un planeta tierra que se sabe esférico pero con un diámetro mucho menor al real (como era el criterio generalizado en esa época), donde no entra un nuevo continente, imaginó a esas tierras como una península al SE del continente.

A pesar de algunos escépticos, el descubrimiento de Gallez parece sólido y muestra, indirectamente, que la hipótesis Gavin Menzies resultó cierta: los chinos estuvieron en América antes de la llegada de Colón. Como dice Ocampo Mora, existe una ”…casi nula posibilidad que una coincidencia produzca mágicamente la existencia de esa red hidrográfica en una península tan parecida a Sudamérica como la que aparece en los mapamundis de Martello”.

Juan Perón decía que si un animal parece un perro, ladra y mueve la cola es un perro. Parafraseando podemos decir; si un territorio es parecido a Sudamérica y su red hidrográfica es similar, es Sudamérica”.


Sobre Pablo Gallez

Pablo Jorge Gallez, argentino por opción, nació en Bélgica en 1920. Se recibió de licenciado en Ciencias Políticas y de doctor en Diplomacia, para emigrar después de la guerra a la Argentina. Su dominio de idiomas (francés, alemán, inglés y castellano) le permitió trabajar en Buenos Aires en la subtitulación de películas. Se casó con Esther Carnicé, profesora de literatura en la Universidad Nacional del Sur y se radicó en Bahía Blanca en 1959; tuvo dos hijas. Fue contratado como traductor por el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad del Sur, que dirigía el Dr. Uros Bacic.

Destacado intelectual, tenía, entre muchas otras, dos inquietudes especiales: reconstruir el idioma indoeuropeo, presunto idioma común que dio origen a las lenguas latinas y germánicas, y la cartografía como especialidad geográfica

En esa época yo era asiduo visitante del Instituto. Allí se originó una relación amistosa entre ambos. Un día, en 1964, le comenté que tenía que viajar hasta Comodoro Rivadavia y me dijo que le gustaría hacer el viaje. Nos fuimos en mi Citroen 2CV, lento pero confiable, en un viaje que no voy a olvidar por lo mucho que un patagónico como yo aprendio sobre geografía patagónica de labios de alguien que la visitaba por primera vez, pero que la había estudiado.

Nombrado profesor de geografía en el Instituto de Estudios Superiores de Trelew y, en Bahía Blanca, hizo el descubrimiento que se comenta en la nota.

En 1984 nos encontramos en Bahía y lo invité a dar unas charlas de su especialidad en la Universidad Nacional del Comahue. Recuerdo que fueron seguidas con atención por la comunidad universitaria y el público en general.

Falleció en Bahía Blanca, el 12 de junio de 2007.

Mapamundi de Martello (tomado de “La Nueva”, Bahía Blanca, 06.04.25)

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