El final de la noche

El final de la noche

Mónica Flores |

Me despertó un ruido sordo de motores, o tal vez fuera sólo el chillido hiriente de un pájaro antes del alba. Pero entonces los perros comenzaron a ladrar con furia. Intuitivos, detrás de las cercas.

Vi que se prendían algunas luces en las casas vecinas. La cortina azul de la casa de Marta se descorrió apenas y pronto volvió a su lugar. El gato dio un salto y se escondió entre las frazadas. Me puse la remera y las zapatillas con el velador apagado. Me pareció escuchar voces que daban órdenes en sordina. Le toqué la frente a Mariana.

Vestite, dale. Tapé sus labios con mi dedo. No sé. Cruzá por atrás, a lo de Don Zapata. Ella se colocó la bata en los hombros sobre el camisón, y las zapatillas. En la cocina sacó la traba de la puertita de metal y en la apenas luminosidad del patio vi que su espalda se perdía entre los limoneros.

Me acerqué a la ventana y miré a través de las rendijas de la persiana. Eran muchos. Me encajé el jean con desesperación. Los perros seguían ladrando como locos. Percibí pasos rápidos arriba del techo, después el ruido liviano de un salto sobre las baldosas del patio.

Corrí hasta el baño, la ventanita daba al jardín y era suficiente para mi cuerpo flaco. Pensé en Mariana, ya la habrían recibido en lo de Zapata. Era buena gente. Solidaria. En el jardín me ocultaba un laurel y desde ahí podía ver toda la escena. Me trepé al aguaribay, me acomodé como pude en una rama, tratando de contener mi temblor, pasaron por debajo. Prendieron todas las luces de la casa. Es pequeña. Creo que revisaron cada rincón. Se escuchaban los golpes del abrir y cerras de puertas y cajones. Uno de los que estaban afuera orinó junto al tronco.

Vamos, apuren, acá no están. Se encendió el motor y un resplandor ominoso destelló en el jardín. Sobre el final de la noche. De esa noche.

Un comentario en «El final de la noche»

  1. Muy bueno, sintético y contundente. Me impresionaron mucho el oxímoron del resplandor ominoso y la imagen de los apenas dos dedos que bajan un poco la persiana para poder mirar.
    Una imágen de los tiempos oscuros que estamos viviendo.
    Gracias.

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