Selección de textos: Mónica Flores |
Por boca del Viejo Antonio -o de su médium, el subcomandante Marcos- habla la conciencia memoriosa y trascendente de la comunidad, la voz del pueblo profundo encarnado en los ancianos. Su cometido no es trasmitir información o dar instrucciones; se trata de una “plática”: añejo procedimiento oral por el que se comunican creencias o puntos de vista mediante la narración de experiencias metafísicas. El Viejo Antonio no solo fue un portavoz de su gente, sino también un hombre de carne y hueso, un chiapaneco casado con doña Juanita, con un hijo mayor que sigue sus pasos y una hija niña que se llevó el hambre, un campesino que fuma cigarros y muere de tuberculosis en 1994. El subcomandante lo conoció en 1984, a la orilla de un río en la selva Lacandona, muy cerca de su pueblo y será el puente que les permitirá llegar a las comunidades.
(Del prólogo de Armando Bartra, México, D.F., junio 1998.)
I
“En este país todos sueñan, ya llegó la hora de despertar”
Sueña Antonio que la tierra que trabaja le pertenece, sueña que su sudor es pagado con justicia y verdad, sueña que hay escuela para curar la ignorancia y medicina para espantar la muerte, sueña que su casa se ilumina y su mesa se llena, sueña que su tierra es libre y que es razón de su gente gobernar y gobernarse, sueña que está en paz consigo mismo y con el mundo. Sueña que debe luchar para tener ese sueño, sueña que debe haber muerte para que haya vida. Sueña Antonio y despierta…ahora sabe qué hacer y ve a su mujer en cuclillas atizar el fogón, oye a su hijo llorar, mira el sol saludando al oriente, y afila su machete mientras sonríe. Un viento se levanta y todo lo revuelve, él se levanta y camina a encontrarse con otros, Algo le ha dicho que su deseo es deseo de muchos y va a buscarlos. Sueña el virrey con que su tierra se agita por un viento terrible que todo lo levanta, sueña con que lo que robó le es quitado, sueña que su casa es destruida y que el reino que gobernó se derrumba. Sueña y no duerme. El virrey va donde los señores feudales y éstos le dicen que sueñan lo mismo. El virrey no descansa, va con sus médicos y entre todos deciden que es brujería india y entre todos deciden que sólo con sangre se librará de este hechizo y el virrey manda matar y encarcelar y construye más cárceles y cuarteles y el sueño sigue desvelándolo.
En este país todos sueñan. Ya llega la hora de despertar…
XVI
“La historia de la espada, el árbol, la piedra y el agua”
Mordisquea la pipa el Viejo Antonio. Mordisquea las palabras y les da forma y sentido. Habla el Viejo Antonio, la lluvia se detiene a escuchar y el agua y la oscuridad dan un reposo.
“Nuestros más grandes abuelos tuvieron que enfrentar al extranjero que vino a conquistar estas tierras. Vino el extranjero a ponernos otro modo, otra palabra, otra creencia, otro dios y otra justicia. Era su justicia sólo para tener él y despojarnos a nosotros. Era su dios el oro. Era su creencia su superioridad. Era su palabra la mentira. Era su modo la crueldad. Los nuestros, los más grandes guerreros se enfrentaron ellos, grandes peleas hubo entre los naturales de estas tierras para defender la tierra de mano del extranjero. Pero grande también era la fuerza que traía la mano extraña. Grandes y buenos los guerreros cayeron peleando y murieron. Las batallas seguían, pocos eran ya los guerreros y las mujeres y los niños tomaban las armas de los que caían.
Se reunieron entonces los más sabios de los abuelos y se contaron la historia de la espada, del árbol, de la piedra y el agua. Se contaron que en los tiempos más viejos y allá en las montañas se reunieron las cosas que los hombres tenían para trabajarse y defenderse (……..) cuando acabaron de contarse, se dijeron:
Hay veces que debemos pelear como si fuéramos espada frente al animal, hay veces que tenemos que pelear como el árbol frente a la tormenta, hay veces que tenemos que pelear como las piedras frente al tiempo. Pero hay veces que tenemos que pelear como el agua frente a la espada, al árbol y la piedra. Esta es la hora de hacernos agua y seguir nuestro camino hasta que el río que nos lleve al agua grande donde curan su sed los grandes dioses, los que nacieron al mundo, los primeros”
-Así hicieron nuestros abuelos, -dice el Viejo Antonio, Resistieron como el agua resiste los golpes más fieros. Llegó el extranjero con su fuerza, espantó a los débiles, creyó que ganó y al tiempo se fue haciendo viejo y oxidado. Terminó el extraño en un rincón lleno de pena y sin entender por qué, si ganó, estaba perdido.
XXX
La historia de los otros
“Contaron los más viejos de los viejos que poblaron estas tierras que los más grandes dioses, los que nacieron el mundo, no se pensaban parejo todos, O sea que no tenían el mismo pensamiento, si no que cada quien tenía su propio pensamiento y entre ellos se respetaban y escuchaban. Dicen los más viejos de los viejos que de por sí así era, porque si no hubiera sido así, el mundo nunca se hubiera nacido porque de pura peleadera se hubieran pasado el tiempo los dioses primeros, (…). Me dice el Viejo Antonio que le preguntó a los más viejos de los viejos que cómo le hicieron los dioses primeros para ponerse de acuerdo y hablarse si es que eran distintos sus pensamientos. Le respondieron que hubo una asamblea de los siete dioses junto a sus siete pensamientos distintos de cada uno, y que en esa asamblea sacaron el acuerdo (…).
Después de ese primer acuerdo siguió la discusión, porque una cosa es reconocer que hay otros diferentes y otra muy distinta es respetarlos. Así que un buen rato pasaron hablando y discutiendo de cómo cada uno era diferente de los otros, y no les importó que tardaran en esa discusión porque de por sí no había tiempo todavía, Después se callaron todos y cada uno habló de su diferencia y cada otros de los dioses que escuchaba se dio cuenta que, escuchando y conociendo las diferencias del otros, más y mejor se conocía a sí mismo en lo que tenía de diferente. Entonces todos se pusieron muy contentos y se dieron a la bailada y tardaron mucho pero no les importó porque en ese tiempo todavía no había tiempo.
XXI
Lo que es la lucha
Decía el Viejo Antonio que la lucha es como un círculo. Se puede empezar en cualquier punto, pero nunca termina.
XXII
Por la paz y contra el hambre
-No se logró, dijo el Viejo Antonio después de poner la cruz, amarrada con bejuco, que marcaba la tumba de una niña, de la niña que Doña Juanita y él, el Viejo Antonio, habían hecho para que viviera.
-Hambre y Hombre. Hombre y Hambre. Así fueron nombrados estos contrarios, los que nacieron el mundo, a la muerte u la vida, Hambre fue llamada la muerte, vida fue llamado el hombre. Por algo será…-dijo el Viejo Antonio después de mirar, desesperado, como el maíz apenas alzaba centímetros del suelo. Encendí la pipa y, ya caminando rumbo al cerro, me invitó a acompañarlo a buscar raíces para distraer a la muerte.
Extractos de: Relatos del Viejo Antonio. Escritos del Subcomandante Marcos.
2ª Edición corregida y aumentada 2002. Ediciones y Gráficos Eón. México, D.F.